Te has dado cuenta que cuando tu hijo te pide algo lo quiere de inmediato. Cuando le pedimos que espere un momento, se enoja y exige. En ocasiones cuando está con otros niños y quiere lo que tiene el amigo, lo arrebata o lo consigue de mala gana (no lo pide, ni propone turnos).
Los avances en la tecnología y el mundo en el que estamos viviendo hoy en día han permitido que nuestros tiempos de espera sean mínimos y esto nos está convirtiendo en adictos a la gratificación inmediata. Podemos conseguir lo que queremos de manera casi inmediata, no tenemos que hacer filas, no tenemos que salir para comprar, no tenemos que esperar una semana para ver el siguiente capítulo de la serie favorita y como estos hay miles de ejemplos.

La gratificación inmediata se basa más en un deseo que en una necesidad: lo quiero ahorita, lo quiero ya, sin demora!, y voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para lograrlo. El mundo moderno en el que vivimos nos permite conseguir esta gratificación sin tener que esperar y la duración que tiene es tan corta. Todos estos avances nos ayudan de diferentes maneras pero NO nos ayuda a desarrollar la habilidad de esperar, ni de controlar nuestros impulsos. Y junto con esto estamos los papás que con tal de no entrar en conflicto y llevar la fiesta en paz cumplimos los caprichos del niño lo más rápido posible para evitar un berrinche que quien para después.
Nuestros niños están acostumbrados a recibir lo que quieren o necesitan sin necesidad de esperar o sin esfuerzo alguno, lo que provoca que lo valoren poco y que surja el deseo de algo más casi de manera inmediata y cada vez se vuelve más difícil que encuentren satisfacción alguna.

La Importancia de Aprender a Retrasar la Gratificación
En 1960 la Universidad de Stanford hizo un experimento en el que se le daba a un niño un malvavisco y se le decía que tenía dos opciones, se lo podía comer ó podía esperar por 5 minutos y le darían otro. En un seguimiento que se hizo, encontraron que los niños que esperaron para obtener los dos malvaviscos, se desarrollaron como adultos más sociales, con mayor auto-control y con mejor aprovechamiento académico que los que no pudieron esperar.
Una de las habilidades más importantes a desarrollar en nuestros hijos es el auto-control, el control de impulsos, el saber esperar. Está demostrado que las personas que son capaces de retrasar la gratificación, que tienen un buen auto-control, se convierten en adultos exitosos tanto social como profesionalmente.
Para desarrollar esta habilidad en nuestros hijos primero debemos aprender a controlarnos nosotros, no pasa nada si no les damos lo que quieren de manera inmediata. Si quieren algo, hagan un plan con ellos para conseguirlo, va a valorar más porque tuvo que luchar por obtenerlo y lo va a disfrutar más.
Algunas sugerencias para enseñarlo a esperar son:
Enséñalo a ahorrar: si realmente quiere un juguete o algo material, en vez de comprárselo, que vaya juntando el dinero hasta conseguirlo y poder comprarlo el, además de aprender a esperar, lo enseñas a ahorrar y valorar si realmente lo quiere o no.
Pueden jugar juegos de mesa: dónde necesita esperar su turno y donde puede practicar la tolerancia a la frustración, ya que no puede ganar todo el tiempo. No le resuelvas las cosas, deja que lo intente y si no puede, ayúdalo.
Que aprenda a jugar solito: es importante que se entretenga con sus juguetes, que tenga espacios donde pueda practicar su imaginación sin la dirección del adulto.
Enséñalo a no interrumpir: aprender a esperar su turno es otra manera de esperar. Lo puedes enseñar tocando su hombro cuando estás hablando y quiere interrumpir o explícale que estás hablando y que cuando termines será su turno.
Crea oportunidades para que practiquen: cuando pide algo o te diga que está aburrido no corras para atenderlo, mejor dile «dame un momento» y deja que practique el distraerse el solo.
Pon el ejemplo: la mejor manera de enseñar es permitir que tus hijos te vean como esperas de manera paciente o como retrasas la gratificación .
No te dejes llevar por el camino fácil, a veces con tal de evitar el problema cedemos ante las exigencias del niño, pero a largo plazo no les va a permitir desarrollar las habilidades necesarias para la vida. Necesitamos encontrar un balance en nuestras respuestas, antes de actuar pregúntate si ¿realmente es algo de vida o muerte?, ¿es tan importante que lo consiga en ese momento?, ¿qué aprendizaje le está dejando?.
Aprendiendo a ser padres.