En muchas ocasiones los mensajes que mandamos a nuestros hijos son confusos. Decimos algo que no concuerda con nuestras acciones o hacemos o decimos cosas que parecen inofensivas pero el impacto que puede tener en nuestros hijos es importante.

Uno de los objetivos que debemos tener como padres es el ayudar a nuestros hijos a desarrollar su percepción de «soy capaz» y en muchas ocasiones fallamos justo por estos dobles mensajes o actitudes que usamos.
Muchos hablan sobre los niños de hoy en día, que no aguantan nada, que ya no les puedes decir nada porque se rompen, pero en realidad este tipo de mensajes nos han afectado a todos, solo que los callamos y los llevamos cargando por la vida.
Los primeros años de vida son de suma importancia ya que es cuando tomamos nuestras primeras decisiones acerca de como funciona el mundo, de quienes somos y como nos relacionamos con los otros y éstas se van a ver reflejadas en la edad adulta.
Existen muchas barreras que impiden que logremos el objetivo de hacerlos sentirse capaces, que logren ser responsables e independientes:
- Le dices que el puedo pero tu lo haces por él (sobreproteges)
- El escoge su ropa pero le dices que no combina o que se ve mal (critícas)
- Le pides que haga algo (tender la cama, poner la mesa…) pero criticas como lo hace y lo corriges (juzgas)
- Le dices que hacer y como hacerlo (rescatas)
Todas estas acciones mandan un mensaje escondido: «tu no puedes, por eso lo tengo que hacer por ti», «yo decido si lo hiciste bien o no», y la percepción que el niño va a desarrollar es sentir que no puede y darse por vencido o volverse inseguro y adicto a la aprobación de los demás.
Ponte en sus zapatos: que sentirías si todos los días recibes una crítica sobre tus decisiones o todos los días te dicen mejor lo hago yo… llega un momento en que o te alejas de esa persona (cosa que no puede hacer el niño porque a estas edades dependen de sus papás) o tu autoestima se va al suelo.
No es que los niños no aguanten nada, es que nadie tenemos porque aguantar críticas ni humillaciones, no es sano.
Rudolf Dreikurs decía que «los niños necesitan estímulo al igual que las plantas necesitan el agua. No pueden vivir sin ella». Y es verdad, hay que motivarlos a sentirse orgullosos de sus logros (en vez de decir: Yo estoy orgulloso de ti, mejor di: debes sentirte orgulloso de ti).

Dreikurs enfatizó; “El aliento es la habilidad más importante que los adultos pueden aprender para ayudar a los niños. Cuando nos esforzamos por motivar a otros y a nosotros mismos, lo que estamos haciendo es ayudar a desarrollar el valor para enfrentar los retos y dificultades de la vida”.
¿Cómo puedo estimular a mi hijo?
Al motivar a tu hijo le ayudas a desarrollar coraje, entendido como el valor para crecer y desarrollarse, sentirse capaz, disfrutar, y como dijo Dreikurs “para tener el coraje de ser imperfecto, sentirse libre de cometer errores y aprender de ellos”
Lo que podemos hacer es:
- Antes de pedirles que hagan algo, tómate el tiempo para enseñarle lo que quieres que haga.
- Mantén las expectativas reales.
- Motiva sus logros.
- Usa preguntas para hacerlo reflexionar sobre lo que hizo, ¿lo puede mejorar o hizo su mejor esfuerzo?
- Evita comentarios que lo pueden hacer sentir mal.
- Se cordial y firme al mismo tiempo.
- Pasa tiempo de calidad con tus hijos.
No podemos olvidar que todo lo que hacemos tiene un impacto directo en la vida de nuestros hijos; como los tratamos, lo que les decimos, como reaccionamos va a influenciar en su vida adulta. No somos perfectos y claro que nos equivocamos pero cuando lo hacemos es importante reconocerlo y reconectar.
La Disciplina Positiva promueve el respeto mutuo: todos tenemos derecho a ser tratado con respeto, nadie aprende con humillaciones, castigos y maltratos. Un niño que se siente bien, actúa bien.
Aprendiendo a ser padres.
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