Es una frase que me ha tocado escuchar mucho dentro y fuera de los talleres para padres, y siempre surgen estas preguntas: ¿y qué es estar bien? ¿cuál es tu recuerdo de cuando te pegaban o castigaban? ¿qué sentías? ¿lo dejaste de hacer porque aprendiste algo o porque te pegaban?, nunca he recibido una respuesta que diga que el golpe o el castigo los hacían sentir bien, al contrario, todos guardan a la fecha un sentimiento de rencor, humillación, impotencia, injusticia o algunos dicen «me lo merecía porque era tremendo» pero eso nunca los detuvo, al contrario afinaron las técnicas para que no los volvieran a cachar.
Lo que pasa con el castigo es que genera un sentimiento de enojo, rencor y normalmente lo que sucede es que lo dejas de hacer por miedo (no porque realmente entiendas porque no lo debes hacer) o te vuelves muy bueno para mentir y que no se den cuenta de lo que hiciste. Puedes convertirte en rebelde o sumiso.

El castigo se enfoca en el pasado y tiene como premisa «que pague por lo que hizo». La realidad es que como padre usas el castigo porque te da miedo que «se salgan con la suya» o sientes que tu autoridad está en peligro y se vuelve una lucha de poder que cada vez escala más.
La disciplina positiva se enfoca en el futuro, ¿qué necesita mi hijo para lidiar con esta situación si se vuelve a presentar? ¿cómo puede solucionar el problema? ¿cómo lo puedo ayudar?
Otra pregunta que surge es: ¿y cómo es la relación con tus padres? ¿cercana? ¿de confianza?… y ¿qué relación quieres tener con tus hijos?.
Una de los trabajos que tenemos los padres es reconocer todo eso que vivimos que no nos gustó, y romper patrones. Muchas veces repetimos todo lo que no nos gustaba porque es lo que conocemos y cómo sea «no estamos tan mal». La realidad es que no tenemos que ser el padre que tuvimos, necesitamos ser el padre para nuestros hijos y lo cierto es que no necesitamos recurrir a la fuerza ni a la violencia para educar a nuestros hijos. En los momentos difíciles es cuando más nos necesitan, presentes y amorosos.
Como padres necesitamos dar estructura, establecer rutinas, poner límites, ser congruentes y constantes, y darles a nuestros hijos las herramientas que van a necesitar para la vida. Debemos enseñarlos a lidiar con sus propias decisiones y a buscar soluciones, siempre con respeto, cordialidad y firmeza.