Cuando mis hijos eran pequeños me aconsejaron varias veces que ignorara sus berrinches, porque si les hacía caso entonces ellos iban a salirse con la suya.
La verdad es que no siempre me sentía bien con este consejo, por lo que nunca lo seguí al pie de la letra.

Varios años después (no muchos) me encuentro con el libro del Dr. Daniel Siegel «The Whole Brain Child» (muy recomendable) y leo una explicación muy interesante acerca de los berrinches, la cual me hace mucho sentido. Antes de entrar en esta explicación es importante saber como funciona nuestro cerebro, El Dr, Siegel nos dice que lo podemos ver como si fuera una casa de dos pisos, el piso de abajo es como nuestro cerebro primitivo, el cual cubre nuestras necesidades básicas (comer, respirar, estar alerta al peligro) y el piso de arriba es más complejo y representa la parte racional (pensar, tomar desiciones, resolución de problemas…). Hay que tomar en cuenta que cuando nacemos, el cerebro primitivo ya está desarrollado y el cerebro racional termina de desarrollarse a los 25 años aproximadamente.
Regresando a los berrinches, existen dos tipos: los que vienen del cerebro racional y los que vienen del cerebro primitivo. Los primeros son los que debemos «ignorar» (o más que ignorar a no ceder ante ellos) y son con los que necesitamos ser firmes y poner límites, pues el niño/a los usa como manipulación, sabe bien lo que está haciendo y si no le funciona lo va a dejar de hacer; por ejemplo cuando vamos a la tienda y empieza a hacer un berrinche para que le compremos un juguete y usa argumentos como: «Lo necesito, lo he estado buscando desde hace mucho, es el único que queda….» y muchas veces con tal de que no nos haga pasar ese momento tan incómodo en la tienda terminamos por ceder. Como dice el Dr. Siegel «nunca negocies con un terrorista», si el niño hace berrinches usando el cerebro racional y nosotros accedemos, aprende que esta es la manera de obtener lo que el quiere, por lo que nuestra respuesta debe ser firme y cordial: te quiero mucho y la respuesta es no.
Por el otro lado, cuando el berrinche viene desde el cerebro primitivo, el niño literalmente no está pensando, no sirve de nada amenazarlo o gritarle porque su cerebro racional está apagado, necesitamos sacarlo del estado en el que está para que vuelva a conectar con su cerebro racional y una vez que lo logremos entonces podemos platicar con él y ayudarlo a resolver lo que sea que causo el berrinche.
En un niño pequeño la mejor manera de sacarlo de ahí es con un abrazo, moviéndolo físicamente de donde está (con respeto, no con jalones) y re-direccionando su atención a otra cosa («mira el pajarito»). En un niño más grande, si acepta que nos acerquemos podemos hacerlo, debemos darle tiempo para que se tranquilice y va a depender mucho de nuestra respuesta si podemos lograr que conecte con el cerebro de arriba o hacemos que el berrinche escale, aquí un ejemplo: Si se enoja a la hora de la comida, se para y se va, puedo acercarme y reconocer sus sentimientos, si veo que responde puedo continuar con una platica respetuosa (con la idea de apoyarlo a que podamos buscar una solución y sin que me sienta como una amenaza), puedo empezar diciendo: veo que estás enojado, ¿quieres que platiquemos sobre lo que pasó?, si veo que no está listo puedo decir, aquí estoy para cuando quieras platicar (en un tono de interés sincero no de amenaza o enojo), la idea es que el sepa que cuenta con nosotros en las buenas y sobre todo en las malas, que tiene nuestro amor incondicional, una vez que logre tranquilizarse podemos platicar con él.
La otra respuesta (no positiva) sería: «¡a mi no me haces esas caras, te sientas a comer y te callas!», está reacción va directo al cerebro primitivo y lo único que vamos a conseguir es que se enoje más, que nos rete y que terminemos gritando y enojados, no va a solucionar nada y lo único es que el berrinche va a escalar y yo voy a acabar igual que él.
Si logramos diferenciar desde donde viene el berrinche y no nos enganchamos (cosa que se dice fácil pero en realidad es muy difícil) vamos a lograr conectar con el cerebro de arriba y podemos a ayudar a que el cerebro racional de nuestro hijo continúe desarrollándose y adquiriendo las habilidades necesarias para auto-controlarse y resolver problemas.
En resumen, si tu hijo está haciendo berrinche para manipular y conseguir lo que quiere, (que le compres algo, que le des un permiso) no cedas, déjale claro que lo quieres mucho pero la respuesta es no.
Si el berrinche viene del cerebro primitivo, ayúdalo a controlarlo, no lo ignores, abrázalo, cambia de actividad o permite que se retire para que se tranquilice (puede tener un espacio especial en su cuarto o hacer alguna actividad física), una vez tranquilo, si se necesita dale seguimiento.
Aprendiendo a ser padres.
Estos temas y muchos más los platicamos en el taller de Educando con el Cerebro, si te interesa mándanos un mensaje.